Modesto Reyes: mi padre, mi heroe
Mi padre fue un hombre de campo que conocía el trabajo duro y respetaba a quienes lo hacían con honestidad. Hablaba de cómo unos jefes que tenía lo enviaban a tapar los bidones de leche cuando estaba por llover para que no se mezclara con agua, era gente seria decía. Para mi padre la honestidad era una cualidad muy preciada.
Siempre me contaba cómo se ganaba la vida echando días de trabajo en el campo a un peso y a uno con cincuenta, me hablaba de las ocasiones en las que tenía que espantar a las vacas para beber agua de los arroyos. Tuvo varios oficios, vendió quinielas y también fue comerciante. Era un hombre honesto y trabajador.
Mi padre nunca entendió la necesidad del tiempo de ocio, como hijo de único cuya vida consistía en trabajar para ayudar a su madre soltera no era de extrañar que para él la vida de un niño consistiera en comer, dormir y estudiar, decía que con comida, ropa y un techo lo teníamos todo cubierto. El ocio no entraba dentro de sus prioridades así que no comprendía que quisiera asistir a clases de pintura, guitarra, ballet, belly dance, gimnasia rítmica, natación o cualquier otra que se me ocurriera. Tenía intereses muy variados y afortunadamente estaba mi madre para echarme una mano y convencerlo de la inminente necesidad de realizar estas actividades. Nunca lo culpe, simplemente no entendía esta necesidad mía porque él nunca tuvo la oportunidad de siquiera pensar en esas cosas.
Tenía un gran corazón, de hecho no he conocido a nadie con un corazón tan sincero como el de mi padre, iba siempre de frente, con la verdad por delante, aunque no te gustara lo que tenía para decir, aunque no pidieran su opinión o su consejo, aún así te lo daba, decía yo soy un hombre bruto, de campo, pero… siempre había un pero que venía acompañado de sabiduría. Era una persona desinteresada, le gustaba mucho dar, de hecho fantaseaba con ganar la Loto y pensar en que le daría a quien, disfrutaba genuinamente el poder dar.
El me amaba y yo le amaba, cuando decía que estaba bonita para no contrariar con mi madre a pesar de que ambos sabíamos que el peinado no me quedaba bien, cuando me llevo en brazos a urgencias con la clavícula rota mientras yo le pedía caminar más despacio porque dolía mucho, cuando estuvo a mi lado mientras me suturaban el talón, cuando tuve paperas y me compro un helado porque le dije que eso me haría sentir mejor, cuando me interrogó por la marca de cordel cuando hablábamos largo rato de temas triviales, cuando le contaba sobre algún plan que se me había ocurrido, cuando lo vi aparecer aquel día en el que pensaba que ya no iría a buscarme cuando vi caer el sol en casa de mamá caridad, cuando se enfadaba porque habían puesto cilantro en la comida a sabiendas de que no me gustaba, cuando estuvimos juntos en aquel asalto a nuestro negocio y mientras le apuntaban con un arma me decía, dales todo lo que piden chichi que la vida continúa, cuando quiso casarse por la iglesia para complacer a mi madre a pesar de que yo no le veía sentido porque ellos ya llevaban años casados por el civil, cuando me acompañó el día de mi boda aún y cuando pensaba que eso no sería posible, cuando le confié la noticia de que estaba embarazada y le pedí que fuera nuestro secreto por un tiempo.
Nos queríamos y nos respetábamos, sorprendentemente a pesar de su tozudez, escuchaba mis consejos. Todavía no me creo que cerrara el negocio familiar y se decidiera a jubilarse gracias a que logré convencerle, pensé que estaría trabajando hasta el día que muriera.
Para mi padre la muerte era algo natural, todos vamos a morir un día decía, solo hasta el final de sus días, percibí cierto respeto por parte de él hacia la muerte, la verdad no sé si era miedo, o el hecho de saber lo que se perdería al morir. Siempre tuvo claro que no quería causar molestias a su familia, de hecho decía que después de morir le daba igual si lo enterraban en una caja de bacalao. Así era mi padre.
Modesto Reyes era su nombre, cariñosamente (Fani), yo le llamaba papi. Hoy que ya no está quiero pensar que si no me hablo para despedirse de mí a pesar de sentir que su hora de partir estaba cerca es porque me amaba y él sabía que yo le amaba a él.
Mi padre fue la razón por la que quise tener una niña en vez de un niño, deseo para Ernesto y María Victoria el tipo de relación que tuve con él.